Protección pasiva vs rociadores

Intencionalmente el título de esta columna puede parecer un tanto tendencioso, pero vale la pena la reflexión que intentaré hacer:

Muy en breve, las exigencias de protección pasiva establecen requisitos de resistencia al fuego tanto a estructuras soportantes como a compartimentación, el tema central es contener el incendio en un mismo recinto por un cierto tiempo y garantizar la estabilidad estructural.  Por otra parte, los sistemas de rociadores idealmente se activan en etapas tempranas del incendio, y mediante una red, bomba y suministro de agua logran controlar el crecimiento, impidiendo la llegada a condiciones de incendio generalizado.

Distintos códigos constructivos establecen variadas formas de exigencias protección pasiva y rociadores, varios de ellos entregan opciones que permiten al diseñador márgenes de elección entre uno y otro sistema.

Por ejemplo, NFPA 101 (código de seguridad humana), en particular en uno de sus artículos indica:

6.1.14.4.3  “……… debe permitirse que la certificación de resistencia al fuego especificada en esas tablas se reduzca en una hora, pero en ningún caso a menos de una hora, donde el edificio se encuentre totalmente protegido mediante un sistema aprobado de rociadores automáticos ………”

NFPA y otros cuerpos normativos también establecen posibilidades particulares de usar sistemas de rociadores y con eso disminuir requisitos a:

  • Distancias de evacuación máximas
  • Tamaño de compartimentos

Esto entrega mayores herramientas y opciones de elección a los diseñadores, por ejemplo (los números son solo un ejemplo, no guardan relación con algo real):

  • Un edificio de oficinas de 8 pisos, sin sistema de rociadores, establece requisito F-120, con tamaños de compartimentos de máximo 2.500 m2, y distancias de recorrido máximas de 30 m.
  • El mismo edificio de 8 pisos, con sistema de rociadores, demanda una RF estructural de F-60, compartimentos de hasta 7.500 m2 y distancias de recorrido máximas de 60 m.

Hay 2 posturas situadas en extremos conceptuales respecto a este tema:

La primera es una visión más “iso-riesgo”, donde el objetivo es que definir un cierto estándar de seguridad implícito que debe ser común a todos los recintos, y que se puede alcanzar mediante más de una forma

Una forma alternativa de entenderlo es el ejercicio que hacen compañías de seguros para valorizar el riesgo: algunas situaciones “aumentan” el riesgo, otras medidas lo “bajan”, pero siempre se puede medir en un único indicador (que en este caso se traduce en la póliza).  Siguiendo con el mismo ejemplo: más allá de las exigencias normativas que puedan existir, la incorporación de extintores manuales en una planta logrará una cierta reducción del riesgo, esa reducción es “comparable” a la instalación de un sistema de alarmas, y alguien podría elegir la opción de mayor costo-efectividad.

Uno de los temas más complejos de estos esquemas es definir las “tasas de reemplazo” adecuadas, esto equivale: ¿Cuánta RF es aceptable rebajar dado que hay sistema de rociadores?  Sin duda la pregunta no es para nada trivial y responderla necesariamente implica una evaluación muy precisa y fundada de dichos riesgos.

Una segunda visión respecto a este tema es la que considera que los sistemas de rociadores no son una herramienta de compensación de RF.  El principal argumento detrás de esto es una pregunta conceptual: ¿si hay un sistema de rociadores que funciona de forma adecuada, para qué se necesita RF?  En efecto: si el sistema de rociadores funciona nunca debería haber un incendio que comprometa a la estructura.

Esta visión está implícitamente reflejada en exigencias que piden sistemas activos para determinados usos (y para otros no), y no generan mayores opciones al diseñador como sustitución. Lo cierto es que no hay sistemas infalibles, y por lo mismo cierta redundancia es requerida. En estos casos ambos sistemas se consideran necesarios y redundantes.Siempre se debe recordar que el concepto resistencia al fuego tiene sentido una vez que hay un incendio generalizado, es decir en una etapa de tiempo posterior y distinta a la acción de los rociadores, y que por lo mismo el enfoque de un único indicador de riesgo no es factible.

No es un tema fácil de procesar, y como indiqué antes no solo están involucradas la RF vs rociadores, sino también las distancias de evacuación – que a su vez terminan definiendo la cantidad de escalas de evacuación requeridas – y los tamaños de compartimentos máximos posibles, a su vez vinculados con un indicador del “tamaño” del incendio posible, su duración, y la necesidad de colocar compartimentaciones internas, que por otra parte limitan la opción de tener grandes plantas abiertas.

Independiente de la alternativa tomada lo fundamental es entender la correlación de ambos sistemas, que actúan en etapas conceptuales distintas del incendio.  Las legislaciones actuales tienden a sistemas que entregan algunas opciones al diseño y al mismo tiempo buscan generar redundancias que permiten garantizar estándares de seguridad mínimos.

Rodrigo Aravena
Director
Cortafuegos Ingeniería

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